LA MAGIA DEMOCRÁTICA DE LA CORRUPCIÓN
Comprar flores en la plaza de Paloquemao es una experiencia de vida que endulza el espíritu.

La luna se resistía a desaparecer en medio del intenso frío matinal y los primeros rayos tímidos de sol se abrían paso, evaporando la neblina bogotana, dejando ver la inmensa maravilla multicolor del mercado de pompones, geranios, claveles, gardenias, lirios, dalias y rosas. Comprar flores en la plaza de Paloquemao es una experiencia de vida que endulza el espíritu. Los narcisos estaban muy caros, y no pude evitar acordarme de cierto excandidato presidencial que únicamente se siente dispuesto a votar por sí mismo. Los azahares estaban escasos y dije para mis adentros, es mejor no dejar nada al azar y asegurar el voto muy temprano.
El penetrante y agradable olor de las azucenas blancas, me hizo recordar la ancestral costumbre de blanquear sepulcros, hoy tan de moda por quienes eluden asumir responsabilidades políticas, escudándose en un absolutamente inútil pseudovoto. El voto es libre como la hiedra y secreto como la rosa negra, pero el papel de las agrupaciones políticas y sus líderes en un entorno democrático es, justamente, orientar a ciudadanos libres hacia propósitos comunes de los copartidarios, conducir la fuerza organizada de la opinión hacia el bien común, de suerte que no es de buen recibo para un jefe político, ni irse para la casa desconsolado a refugiarse, ni pasar de agache, ni mucho menos desistir para intentarlo en la próxima oportunidad, de las oportunidades futuras se encargan justamente los gladiolos.
¿Y cómo se vota contra los corruptos, si únicamente hay dos candidatos? Preguntó Pepe con un acento muy lento, casi deletreando. – ¿Y dónde están los corruptos?
El voto en blanco, con consecuencias jurídicas, es un arma poderosa, acusada injustamente de ser enemiga de la democracia, de suerte que Saramago, responde a aquellos que le acusan de destruir la democracia, con las palabras de Milan Kundera: “La estupidez, como el progreso, progresa”, y añade que “…decir que yo quiero abolir la democracia es una estupidez”. En otras palabras, en nuestro ambiente criollo, el “Ensayo sobre la lucidez” y su voto en blanco, sin consecuencias jurídicas, concluye como una tragedia, un género tan griego como la democracia, porque, como el propio Saramago señala, “…no soy ingenuo y en una situación límite en el que el poder se sienta acorralado se llega a extremos como en la novela, en la que los poderes fácticos actúan en nombre de la razón”. La única consecuencia política de ese voto blanqueado es, en términos prácticos, asegurar la supremacía del candidato del régimen, de ahí los ramitos de violeta que adornaron la celebración de la clase política tradicional, con ocasión del anuncio de Fajardo, recibido como un presente, y con el eterno deshojar la margarita de Robledo, como un espaldarazo a los corruptos, politiqueros y clientelistas.
Pepe, el joven campesino boyacense de manos grandes, que levanta las pesadas materas de helechos, millonaria y diosme, como si fueran geranios livianos, a quien conocí en esa plaza cuando aún él era un niño, me preguntó por quién iba yo a votar el próximo domingo. Le dije que el voto es secreto, pero que si él me confesaba su voto yo haría lo mismo. Me dijo que no le gustaba lo de la expropiación y lo de volverse como Venezuela, yo le contesté que a mí tampoco me gustaban esos temas, pero que debíamos votar en contra de la corrupción.
Debo confesar que quedé como electrocutado cuando Pepe me hizo la pregunta inesperada. Yo que creía ser un analista político profesional, con fundamentación académica, no estaba preparado para semejante interrogante: – ¿Y cómo se vota contra los corruptos, si únicamente hay dos candidatos? Preguntó Pepe con un acento muy lento, casi deletreando. – ¿Y dónde están los corruptos?
Afortunadamente, para mi salvación, ya habíamos llegado hasta el auto y comenzamos a descargar las flores y matas compradas, de manera que pude salirme de este entrampamiento. Me despedí de Pepe y le dije que votara a conciencia, que nos veríamos el próximo mes, no sin dejar de sentirme muy incómodo por la situación. De regreso a casa, el carro se llenó de un torbellino de olores mezclados, se podía distinguir el aroma de las magnolias, los jazmines, las alstroemerias, crisantemos y pensamientos, olía a bosque tropical.
Mis pensamientos, bien olorosos, no impidieron volver a repetirme las preguntas de Pepe, y entonces fue cuando me acordé que olvidé comprar los girasoles. Mis lecciones elementales de floriografía me enseñaron que los girasoles son el regalo perfecto para expresar que, eres mi sol y mi luna y mi alegría. De regreso a la Plaza de Paloquemao, me prometí responderle a Pepe y la respuesta era muy sencilla, el realismo mágico incluye también la corrupción.
Se trata de una magia democrática, en cuanto a que a cada quien le da lo suyo, para tranquilidad de su conciencia, de manera que millones de colombianos en tiempos electorales, son víctimas, o beneficiarios, del hechizo. Les dan a beber un potaje de mandrágora, la flor blanca violácea, más conocida como la manzana de satán, que tiene unos efectos hipnóticos inmediatos, de manera que nadie ve la corrupción y los bandidos desaparecen por encanto. En ocasiones el brebaje se troca en una pócima de amapola mezclada con flores de borrachera, que produce un éxtasis que hace disfrutar al elector desde las elecciones parlamentarias hasta la primera y la segunda vuelta de elecciones presidenciales.
Es un hechizo extremo y altamente eficiente, de manera que, los electores durante cuatro años viven quejándose de la corrupción y de los malhechores que no se cansan de robar el erario, llegando inclusive a señalarlos con nombre propio, con prontuario reconocido y grupo político de militancia, pero cuando llegan los comicios electorales, los filtros mágicos obran inmediatamente. Todo cambia radicalmente, y lo que antes eran denuncias y quejas y decisión de acabar con los corruptos, ahora se convierten en apoyos y alabanzas, y hasta en millones de votos.
Para deshacer el hechizo, deberíamos tomar muchos baños de ruda y verbena, y disponer de abundantes ramos de gypsophila, más conocida como velo de novia, para levantarlo, y así descubrir la belleza de la democracia y encontrar que el corrupto está ahí mismo, frente a nuestros propios ojos, siempre ha estado allí, colgado como la sábila. Como el dinosaurio que sigue ahí.
Recogí mis girasoles, me encontré con Pepe, le pasé mi brazo por sus hombros, y comencé a explicarle… La magia democrática de la corrupción consiste en un hechizo que atrapa a los votantes…