PROGRESISMO ES DESARROLLO SOCIAL Y ECONÓMICO. UN DIÁLOGO SIN ESTIGMA.
La oposición no desaprovecha ninguna oportunidad para propalar a los cuatro vientos que el Pacto Histórico y las izquierdas, son enemigos acérrimos del denominado tejido empresarial colombiano

Una marca distintiva que establece una demarcación entre la persona y otros individuos, que atribuye características negativas a esa persona, es conocida como un estigma. Y la definición de la Real Academia Española abunda hasta incluir la variante religiosa, en relación con los santos estáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la pasión de Cristo. Grabar un estigma en la frente del presidente Gustavo Petro, ha sido un contundente propósito de la oposición de la derecha criolla. El estigma artificial de enemigo de las empresas privadas y de los empresarios.
La oposición no desaprovecha ninguna oportunidad para propalar a los cuatro vientos que el Pacto Histórico y las izquierdas, son enemigos acérrimos del denominado tejido empresarial colombiano. Nada más ridículo, absurdo y contrario a la realidad.
En primer lugar, en el mundo de hoy es elemental entender que la empresa, como institución, es fuente de abastecimiento de bienes y servicios para el consumo, motor del desarrollo de las fuerzas productivas, y la más importante fuente generadora de empleo formal. No se puede concebir una sociedad sin empresas públicas y privadas. Ser enemigo de la empresa privada, es tan irracional como estar en contra del comercio, de los negocios y de la misma dinámica económica cotidiana. Justamente es por ello que las derechas quieren marcar al gobierno nacional con tal estigma. El mensaje opositor es que: -son tan torpes y brutos los progresistas y sus aliados en el gobierno, que le han declarado la guerra al empresariado. Pretenden a un Petro sometido a la pasión de Cristo.
Y en segundo lugar, la evidencia histórica nos muestra que la fortaleza de los partidos progresistas y de izquierda, se presenta justamente en aquellos países en donde existe un amplio y próspero empresariado con sólidos valores democráticos.
Y es justamente en este contexto, en el que se reúne el presidente Petro, con un importante grupo representativo del empresariado nacional. El presidente dialogando con los ricos-ricos, con los denominados cacaos.
La reunión no se da en un ambiente de cuestionamiento, ni de reto, sino de promoción de un acuerdo nacional. Ellos se refieren al señor presidente con el respeto que corresponde a su investidura, y el presidente les habla como vocero constitucional de la unidad nacional, reconociendo el papel y el liderazgo que los empresarios detentan.
El encuentro fue una oportunidad propicia para que el jefe de estado les compartiera las bases del acuerdo que está promoviendo, incluyendo temas como la educación, la productividad, el desarrollo productivo de la tierra, el empoderamiento de la economía popular, la inclusión financiera y la inclusión territorial con énfasis en el Pacífico, la Guajira y la Orinoquía colombiana. Al mismo tiempo los dueños y presidentes de los grupos económicos le pusieron de presente sus inquietudes sobre la seguridad y los indicadores macro-económicos. Llamó la atención de los presentes la exposición que hizo el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo sobre proyectos de infraestructura en Chocó y su conocimiento detallado del marco geográfico y los costos de los proyectos estratégicos en la zona.
En las conclusiones del encuentro se convino darle continuidad al diálogo y promover mesas de discusión con la presencia de todas las fuerzas nacionales, trabajadores, organizaciones sociales y políticas.
Lo paradójico es que el rancio uribismo olvida que el neoliberalismo promovido por las derechas, conllevó el abandono del campo y un destructor proceso de desindustrialización, que contaminó el frágil tejido empresarial nacional. Y, vaya sorpresa, es justamente un gobierno liderado por las izquierdas quien está dando ejemplo de promoción y defensa de la empresa nacional, recuperando el mercado venezolano, promoviendo el crédito de fomento, racionalizando las cargas tributarias, incrementando aranceles, y abriendo nuevos lazos comerciales en África y China.
Aun cuando parezca extraño, para despecho de la oposición, lo cierto es que nos interesa, desde el campo progresista, promover unas empresas sólidas, sanas, rentables, prósperas y competitivas, capaces de generar empleo de calidad y fortalecer su contribución al erario. Para ello es conveniente promover una economía de mercado social, con la activa participación del estado como actor dinamizador, y un empresariado que dejando a un lado la ideología partidista, se concentre en los resultados y la generación de valor, como protagonista comprometido en un acuerdo nacional para el desarrollo social y la prosperidad colectiva.
Los gobiernos tradicionales desde siempre, nunca convocaron a la oposición de izquierda ni siquiera para escucharla, y el empresariado era un bello jarrón chino, para decorar la escena, mientras lo golpeaban hasta reducirlo al modesto tamaño de hoy. La mayoría de ese empresariado aplaudía su propia hoguera. Hoy, esos mismos, ahora agrupados en unos gremios como Fenalco y la SAC, aplauden a un fiscal en oposición y todo se le reclaman al gobierno nacional.
El reto de las izquierdas es liderar la causa del empresariado nacional, el día que lo logre el estigma se esfumará para transformarse en un sello de marca registrada: Progresismo es desarrollo social y económico para todos los colombianos.