Más empleo y mejores salarios: la fórmula del Capitalismo Progresista, superando el Capitalismo Pichurrio

Este artículo demuestra que aumentos audaces del salario mínimo respaldados por la teoría de “Salarios de Eficiencia” del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, estimulan el crecimiento, la productividad y la creación de millones de empleos. Contrario al dogma conservador, cifras del PIB, empleo, inflación y salario real, muestran que un mercado laboral mejor remunerado es la base de un capitalismo verdaderamente progresista. Se demuestra la falsedad del criterio neoliberal promovido por los gremios económicos que a más salario menos empleo y mayor inflación. Los datos son contundentes y derrotan el relato conservador.

Óscar González AranaÓscar González Arana
Más empleo y mejores salarios: la fórmula del Capitalismo Progresista, superando el Capitalismo Pichurrio

El salario mínimo en España subió 22% en 2019 en una audaz decisión del gobierno de las izquierdas. La medida de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España fue objeto de contundentes críticas, a tal punto que el Banco de España anunció que la medida generaría la pérdida inmediata de 150.000 empleos.

La economía española experimentó un crecimiento significativo en 2024, con una expansión del 3,2% del PIB. Este crecimiento superó la media europea y convirtió a España en el principal motor de la Eurozona, contribuyendo con el 40% de su crecimiento total. Impulsores clave fueron el consumo de los hogares, la recuperación del sector turístico con cifras récord de visitantes y gasto, y el empleo con más de 500.000 nuevos puestos de trabajo.

El Ayuntamiento de Seattle en 2014 aprobó un aumento del salario mínimo local en un 100%, pasando de 7,25 dólares por hora como salario mínimo federal a 15 dólares, poniendo a la ciudad en la primera línea en la lucha contra la desigualdad de ingresos.

La economía del área metropolitana de Seattle fue la de más rápido crecimiento entre las grandes metrópolis de Estados Unidos en 2023, según datos federales la economía del estado de Washington vio un crecimiento del 3,7% en su PIB en 2024, superando el del año anterior.

El creador del concepto de Capitalismo Progresista y premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, ha establecido el concepto de Salario de Eficiencia, donde los salarios más altos que el de equilibrio del mercado, mejoran la productividad, la salud y la lealtad del trabajador, reduciendo así la rotación y los costos de contratación y monitoreo. También defiende que subir el salario mínimo tiene un impacto nulo o incluso positivo en el empleo, contrarrestando así la idea de que precariza el mercado laboral.

Los Salarios de Eficiencia son salarios que los empleadores pagan por encima del nivel de equilibrio del mercado, buscando una mayor productividad de sus empleados, de esta manera se mejora la productividad y la salud. Los trabajadores con salarios más altos suelen estar mejor nutridos, tienen mejor salud y están menos ausentes por enfermedad, lo que se traduce en mayor productividad. Un salario atractivo incentiva a los empleados a permanecer en la empresa, disminuyendo los costos de reclutamiento y capacitación de nuevo personal. Los empleados se esfuerzan por mantener su puesto de trabajo, mostrando mayor fidelidad y responsabilidad. Las empresas pueden atraer a trabajadores más talentosos, fomentando la innovación y un mejor desempeño general. Y lo más importante, se estimula el consumo de los hogares.

Los estudios académicos y la realidad muestran que los efectos negativos sobre el empleo son muy leves o inexistentes, mientras que se generan efectos positivos al reducir la desigualdad. Stiglitz considera que los salarios no son simplemente un costo, sino un factor que puede mejorar la eficiencia económica y el bienestar social a través de los Salarios de Eficiencia y políticas como el salario mínimo.

El caso colombiano ratifica estos planteamientos del Capitalismo Progresista. El gobierno de Gustavo Petro ha incrementado el salario nominal en 37,53%, y la tasa de desempleo ha disminuido. Al inicio del gobierno progresista la tasa de desempleo era de 11,2% y a julio de 2025 se encuentra en 8,8%, con una disminución de la tasa de informalidad. Mientras se incrementan los salarios en Colombia, en este periodo de gobierno se han creado más de tres millones de nuevos empleos.

Igual sucede con la relación entre el alza de salarios y la inflación. La patronal conservadora sostiene como dogma sacro que el incremento de salarios inevitablemente genera una mayor inflación. La vida misma desbarata el concepto, ya que en Colombia mientras los salarios se incrementan desde 2022 en 37,53%, la inflación acumulada en igual periodo ha sido del 19,48% con una disminución anual del 60%, lo que representan un sustancial incremento del salario real de los trabajadores colombianos, es decir de su real capacidad de compra. Es resumen, mientras el salario ha subido, la inflación ha disminuido del 13,12% al 5,2% y el desempleo ha caído, logrando la tasa más baja para julio en el siglo XXI.

Los líderes gremiales de nuestro capitalismo pichurrio aún siguen en las trasnochadas tesis neoliberales de que a mayor costo laboral, menor empleo y mayor inflación. Inclusive anunciaron, con la autoridad propia de los técnicos expertos, que la recientemente aprobada Reforma Laboral, traería el cierre de miles de empresas y la pérdida de muchos empleos. Y ni lo uno, ni lo otro.

La dirigencia gremial, que siempre se ha opuesto a todo lo que signifique beneficios para los asalariados, tiene una primitiva concepción fundamentada en una visión antigua basada en la presunción de que el mercado de trabajo funciona como cualquier otro mercado definido por la oferta y la demanda.

Para Stiglitz, esta idea es “una especie de creencia religiosa”, y concluyó que “los estudios muestran que no es así”. A ello se agrega la realidad económica que todos los días desmiente a los voceros de una patronal conservadora que le da la espalda a las cifras y a los hechos.

La actitud mezquina y conservadora de los dirigentes gremiales comprometidos con el neoliberalismo ha sido un obstáculo para el desarrollo de la economía nacional. Siempre promueven negativas a los incrementos y obstáculos a las reformas. Inclusive han apoyado recortes a derechos adquiridos para quitarle beneficios a los proletarios.

El Capitalismo Progresista, en Brasil, México, España, y ahora en Colombia los está desmintiendo cuando se observa que es el consumo de los hogares el factor multiplicador que impulsa el crecimiento y la generación de empleo. Solo a los conservadores se les ocurre creer que un pueblo pobre puede ser generador de algo positivo. El axioma es muy sencillo.

Cuando los trabajadores y campesinos son mejor remunerados, se genera mejor bienestar y mayor consumo. Este consumo produce mejores ventas y estimula la demanda. A mayores ventas mejores utilidades. A mayor demanda se necesita más producción y oferta. Ergo, se requieren más trabajadores y crece el empleo.

Para cualquier duda al respecto, bien podemos ver las cifras de los maravillosos resultados de la mayoría de las empresas del sector real. No encuentro un solo empresario que me diga que hoy le va mal. Y por el mundo financiero, las ganancias son maravillosas. Ganan las empresas, ganan los bancos, ganan los trabajadores, ganan los profesionales, ganan los campesinos, todos ganan. Esa es la meta del Capitalismo Progresista.

El estímulo a las fuentes generadoras de empleo, es una de las razones de ser del Estado Social de Derecho con un enfoque progresistas. La alianza público-privada debe ir en esta vía, entendiendo que el mayor drama para un ser humano en capacidad productiva es no poder encontrar una oportunidad para poner su fuerza de trabajo al servicio de un ingreso digno, capaz de producir lo necesario para una vida feliz.

Y estos valores propios del Capitalismo Progresista igualmente se mantienen en otros beneficios para mejorar la capacidad de compra de millones. Salario mínimo para miles de soldados; contrato laboral para los aprendices del Sena y médicos rurales; horas extras, y bonificación en domingos y feriados; 3,5 millones de ancianos con un ingreso permanente; y ya pronto en enero se viene un nuevo incremento del salario mínimo bastante por encima de la inflación. Más capacidad de compra para nuevos factores de reactivación y crecimiento.

Naturalmente que en medio de la actual recuperación económica, hay amenazas serias como el déficit fiscal y los bandidos que merodean en todas las esquinas. Retos que igualmente debemos superar con la necesaria unidad nacional.

Todo aquel que pretenda que los beneficios del proceso económico son exclusivos para sí mismo, va en contravía del progreso social. El valor que genera el capital y el trabajo, debe ser compartido para beneficiar al conjunto de socios de la empresa común de todos los colombianos. Vamos bien, generando más confianza inversionista y mejor bienestar para trabajadores, campesinos, asalariados y para todos los generadores de la riqueza nacional.

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